NECESIDAD DE MÁS GASTO E INVERSIÓN PARA SALVAR EL EURO



Es la hora de la política fiscal: se necesitan más gasto e inversión para salvar el euro

El BCE aprueba un mayor impulso monetario

Es fundamental que la política fiscal cobre relevancia y empuje la anquilosada economía europea porque la política monetaria ha llegado a su límite de actuación.

Sería positivo desarrollar un programa de inversiones en el ámbito europeo y promover un cambio de las reglas fiscales para favorecer políticas expansivas tanto a nivel comunitario como nacional cuando sea necesario.

En el ámbito nacional, es imprescindible que se conforme un gobierno de progreso que ponga en marcha políticas precisas para impulsar la inversión, el consumo y reforzar el estado de bienestar.

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido hoy mantener el tipo de interés de referencia del dinero en el 0% y el de facilidad de crédito (lo que le cuesta a las empresas obtener dinero prestado) en el 0,25%. Sin embargo, ha bajado 10 puntos básicos el tipo de facilidad de depósito (el que perciben las empresas por mantener efectivo en el Banco Central Europeo), dejándolo en -0,5% (es negativo desde junio de 2014), y reanudará el programa de compra de deuda, suspendido a finales del pasado año, por un valor de 20.000 millones al mes desde el 1 de noviembre.

En conjunto, las medidas suponen una nueva inyección monetaria en la economía europea, ante las graves incertidumbres que se ciernen sobre ella, y que no parece que se vayan a diseminar en un plazo breve de tiempo. Por ello, El BCE apunta al mantenimiento de la situación de muy bajos tipos de interés durante una larga temporada.

Las medidas, con matices, eran esperadas, y se inscriben en la política de acción que lleva practicando el BCE desde 2014, inyectando liquidez a familias y empresas por la vía de abaratar los créditos, encarecer los depósitos y facilitar el endeudamiento de los países, al comprar su deuda soberana. No es exagerado decir que ésta decidida política expansiva ha salvado a la zona europea en años anteriores de caer en la recesión y de sufrir enormes tensiones financieras, que hubieran desembocado en un grave riesgo de desintegración de la Unión. En este sentido, solo cabe valorar muy positivamente la estrategia adoptada por el Presidente Mario Draghi a partir de 2012, cuando anunció que haría todo lo necesario para salvar el euro. Lo aprobado hoy da muestra de que, para el BCE, la situación de la economía europea es grave, y que tiene visos de continuar a medio plazo.

No obstante, hace tiempo que es evidente que estas medidas no están sirviendo para impulsar a las economías europeas, que no solo no despegan, sino que cada vez se encuentran más cerca de la recesión. La política monetaria ha llegado a su límite de actuación. Alemania ya ha tenido un descenso del PIB en el trimestre pasado (se dice que hay recesión cuando se constatan dos trimestres consecutivos de descenso); Italia está estancada; Francia registra incrementos muy pobres, inferiores al 1,5% anual, al igual que el conjunto de la zona euro (1,2% anual).

Hacen falta más medidas expansivas

Además, la tasa de inflación, en el 1%, se encuentra muy por debajo del objetivo que marca el propio BCE (2% en media anual), reflejando esa atonía de la actividad. Sin más crecimiento económico en Europa no será posible eliminar el paro existente en la zona, ni fortalecer sus políticas esenciales, y en especial las que tienen que ver más directamente con la calidad de vida de la ciudadanía y con el progreso social.

Por ello, frente a las amenazas de un Brexit duro y la realidad de una guerra comercial entre EEUU y China de muy negativas consecuencias, es necesario que la política fiscal cobre relevancia, y empuje la anquilosada economía europea. Se necesita más gasto a nivel conjunto y en los países que componen la zona de manera individual, y sobre todo en aquellos que tienen un sólido superávit fiscal, comenzando por Alemania.

Para ello, sería positivo que en el ámbito europeo se pusiera en marcha un ambicioso programa de inversiones, de mayor calado que los realizados hasta ahora. Y también que se implementara una prestación por desempleo común, como ya ha planteado la nueva Presidenta de la Comisión Europea. Pero también que se promueva un cambio de las reglas fiscales europeas, que permita y favorezca llevar a cabo políticas fiscales expansivas tanto a nivel comunitario como nacional cuando sea necesario. Por ejemplo, con la creación de un presupuesto a escala comunitaria para tales propósitos, o con una obligatoriedad para los países con superávit a que gasten más, del mismo modo que ahora se hace en sentido contrario con los que tiene déficit. También debería avanzarse en la mutualización de las deudas públicas a escala europea, a fin de repartir los esfuerzos de ajuste.

En el ámbito nacional, es imprescindible que se conforme un gobierno de progreso, que adopte con decisión las políticas precisas para impulsar la inversión y el consumo, para reforzar el estado de bienestar (que sustenta las rentas de millones de personas) y para otorgar a la ciudadanía la confianza que requiere el buen funcionamiento de la economía de un país.

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