PLANES PARA PROTEGER LA COHESIÓN TERRITORIAL FRENTE A LA DIGITALIZACIÓN


La automatización del empleo provocará desequilibrios entre territorios

El proceso de transformación digital afectará más a unas Comunidades Autónomas que a otras y redundará negativamente en la cohesión social.

Aragón, Andalucía, Murcia, Castilla La Mancha y Castilla León serán las más afectadas.

Las Administraciones Públicas deben anticiparse y promover políticas de desarrollo territorial y planes de acción coordinados dirigidos a la problemática de cada región.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) vuelve a incidir, como ha hecho ya en varios informes precedentes, en cómo el impacto de la digitalización de trabajo puede acabar destruyendo cientos de miles de empleos. En esta ocasión, su análisis Job Creation and Local Economic Development, se centra en el componente territorial y en cómo el proceso de transformación digital tendrá una afectación diferente en virtud de dónde se reside.

El estudio analiza los mercados de trabajo por regiones, categorizándolas por los riesgos de automatización de sus empleos. El caso de España es paradigmático en lo negativo, mostrando fortísimas diferencias entre Comunidades Autónomas. De hecho, de todos los países analizados, nuestro país es el que existiría un mayor desequilibrio entre territorios, con un diferencial del 12% de empleos en riesgo de destrucción entre CCAA, un porcentaje mucho mayor que Italia (3%), Alemania (4%) o Francia (6%).

Según la OCDE, los índices de empleos en riesgos de automatización varían desde el 27% de Murcia al 15% de Castilla La Mancha, con muchos territorios por encima del 20% de puestos de trabajo susceptibles de ser sustituidos por máquinas.




Además, el informe divide las 17 Comunidades Autónomas en cuatro categorías: aquellas que crean empleo y aquellas pierden empleo, y en ambos casos, si dicho empleo es más o menos automatizable.



Bajo esta metodología, la OCDE señala que Aragón, Andalucía y Murcia son las CCAA que han creado empleo con mayor riesgo de automatización, lo que pone en severo riesgo de sostenibilidad futura a estos puestos de trabajo. Dichos empleos se ubican en los sectores de la construcción, transporte y manufactura y destacan por su elevada precarización, temporalidad, baja cualificación y parcialidad. Mientras, Castilla La Mancha y Castilla León no sólo ha destruido empleo neto, sino que dicho empleo tenía un menor riesgo de maquinización (sector de la Enseñanza; puestos gerenciales), lo que empeora sensiblemente la calidad de sus mercados de trabajo

En el otro extremo, estarían Valencia, Baleares y Canarias, que han creado empleo con un menor coeficiente de maquinización, y en menor medida, Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, Navarra, La Rioja, Madrid, Extremadura y Cataluña que, aun perdiendo empleo, se trata de puestos de trabajo con un alto componente de digitalización a corto y medio plazo.

Por ello, UGT exige medidas urgentes para paliar las consecuencias negativas de la maquinización del trabajo. Es imprescindible desarrollar políticas de desarrollo territorial ad hoc, con planes de acción dirigidos y acomodados a la idiosincrasia y a la problemática de cada región, en función de sus fortalezas y debilidades. Sin lugar a dudas, los actores locales y autonómicos son fundamentales para confeccionar planes específicos, especialmente en términos formativos, educativos y de reciclaje profesional.

Para el sindicato la cohesión social y territorial debe ser una prioridad para todos los estamentos públicos. Debemos anticiparnos a las consecuencias negativas de la transformación digital desde una óptica global, pero atendiendo a las características locales, y para conseguirlo, es preciso articular medidas coordinadas entre todas las Administraciones Públicas.


Creación de empleo y desarrollo económico local 2018 

Innovaciones tecnológicas como la automatización y la digitalización impulsan el crecimiento de la productividad, aumentan los ingresos, generan nuevos empleos y, por consiguiente, pueden contribuir a mejorar la calidad de vida. 

Pero ¿reducirá este nuevo futuro laboral las brechas entre las personas? ¿O las incrementará? ¿Qué trabajadores serán remplazados por robots y por artefactos de inteligencia artificial? ¿Cómo pueden los trabajadores adaptarse a la tecnología y aprovecharla? Y ¿de qué manera tendrán lugar estos cambios en distintas regiones del mundo? 

En este informe se muestra que, en lo que respecta al futuro laboral, la geografía es importante. El riesgo de la automatización del trabajo es mayor en algunas zonas que en otras. 

Las modalidades de empleo que no se ajustan a los estándares y que son facilitadas por la tecnología, también muestran notorias diferencias entre un país y otro, e influyen en las oportunidades de tener acceso a un empleo de calidad. Las políticas nacionales armonizadas con acciones emprendidas por los gobiernos regionales y locales pueden ayudar a promover la automatización y la digitalización para mejorar la productividad, pero no a expensas de reducir la inclusión. 

El efecto de la automatización en los empleos será desigual en las distintas regiones y comunidades locales de la OCDE

La distribución geográfica de los puestos de trabajo que corren un alto riesgo de automatización varía más de nueve veces entre las regiones de 21 países de la OCDE. Si bien en todas las regiones hay grandes porcentajes de empleos bajo cierto riesgo de automatización, el porcentaje de empleos de alto riesgo es cercano a 40% en algunas regiones (por ejemplo, Eslovaquia occidental), pero puede alcanzar cifras tan bajas como alrededor de 4% en otras (por ejemplo, la zona que rodea a Oslo). Dentro de los países, el porcentaje de empleos en alto riesgo de automatización varía. 

Entre las regiones com mejor y con peor desempeño de Canadá, dicho porcentaje difiere en solo un punto porcentual, pero en España llega a 12 puntos porcentuales. La buena noticia es que desde 2011, la mayoría (60%) de las regiones han podido crear más empleos con menor riesgo de automatización que aquellos perdidos en los sectores de alto riesgo de automatización. 

Las regiones con un menor porcentaje de empleos bajo riesgo de automatización son las que cuentan con trabajadores de alto nivel educativo, con un fuerte sector de servicios comercializables y con un alto grado de urbanización. Las regiones que ya muestran un bajo crecimiento de productividad y un alto desempleo tienen más probabilidades de resultar afectadas por la automatización en el futuro, lo cual agudiza sus trampas de desempeño insatisfactorio. 

Por consiguiente, los responsables de la formulación de políticas públicas afrontan dificultades para conciliar la necesidad de fomentar la automatización con el fin de incrementar la productividad, y la necesidad de gestionar pérdidas de empleo a corto o mediano plazos debido a la automatización. El efecto desigual de la automatización en las distintas regiones podría ampliar las desigualdades en las condiciones de empleo en distintas regiones. 

Para atender esta brecha, las políticas públicas deberán considerar tanto las competencias de los trabajadores como la modernización de la empresa. Los programas de formación y recualificación pueden dirigir a las personas hacia empleos bajo alto riesgo de automatización, como asistentes en preparación de alimentos o conductores de camiones de carga, entre otros. 

Involucrar a los empleadores a participar en el desarrollo de competencias es importante para identificar el conjunto de competencias requerido para el mercado laboral local. También resulta esencial instaurar políticas que faciliten la transición a nuevas actividades económicas con mayor valor agregado, sobre todo en las regiones que dependen de sectores bajo alto riesgo de automatización. Crear un entorno de negocios que favorezca la inversión en procesos sostenibles de producción apoyaría estas transiciones. 

El trabajo atípico también aumenta de manera desbalanceada y precaria 

Los cambios tecnológicos en la naturaleza del empleo pueden también contribuir al aumento de los empleos temporales y de tiempo parcial en la mayoría de los países de la OCDE. De nuevo, es preciso que las políticas tomen en cuenta las diferencias entre los países. 

Por ejemplo, en Grecia, en el periodo 2010‑2016, el porcentaje de empleos atípicos creció 7% en una región, pero bajó 11% en otra. El trabajo temporal es más frecuente entre las mujeres, los jóvenes o las personas con bajo nivel educativo, aunque también son determinantes las características de la economía local. 

En el caso de los trabajadores poco cualificados, la probabilidad de que se les emplee con un contrato temporal es mayor en las zonas rurales que en las ciudades. Las regiones con un sector comercial menor tienden a emplear más personas con contratos temporales. En otras palabras, en las regiones que ya se encuentran en peores condiciones económicas tiende a haber un mayor porcentaje de empleos no normalizados. 

Si bien en términos generales la proporción de trabajadores autoempleados se ha mantenido estable en años recientes, el porcentaje de trabajadores autoempleados sin empleados sigue en aumento. Un factor que contribuye a esta situación es el incremento del autoempleo de tiempo parcial, que tuvo lugar en 25 de 31 países de la OCDE durante la última década. 

Las diferencias regionales en el porcentaje de trabajos ubicados en el autoempleo pueden variar en 10 puntos porcentuales o más en varios países. La digitalización de la economía, en particular sus características "gig" o de miniempleos ocasionales, ha intervenido en esto. Ha contribuido a fomentar formas precarias de autoempleo, con una menor o ninguna cobertura de seguridad social. Es fundamental contar con políticas que combatan las implicaciones negativas del autoempleo precario, así como aquellas que mejoren el entorno empresarial a nivel local.

Y, sin embargo, la productividad y la inclusión pueden ir a la par 

En tanto que la tecnología tiende a incrementar la productividad laboral en muchos empleos, es posible que algunos grupos se vean cada vez más excluidos del mercado laboral o atrapados en el desempleo, en puestos con sueldos bajos o en empleo atípico. Poner en marcha políticas orientadas a integrar a grupos desfavorecidos —como los desempleados a largo plazo, las personas con discapacidades y los migrantes— será decisivo para lograr la cohesión social y para superar la desigualdad. 

En las regiones de la OCDE, los mayores niveles de productividad y las mayores tasas de inclusión de hecho tienden a ir de la mano. Sin embargo, dentro del mismo país y para el mismo nivel de productividad, algunas regiones parecen ser más incluyentes que otras. Cerca de 30% de la población de los países de la OCDE vive en regiones que han logrado mejorar tanto la productividad como la inclusión (definida como la tasa de participación de la fuerza laboral) desde 2006. 

Pero alrededor de la mitad de los residentes de los miembros de la OCDE se encuentran en regiones en las que el crecimiento de la productividad se acompañó de una menor inclusión. En general, las ciudades europeas han sido más eficaces que las ciudades de América en lo que respecta a elevar la productividad y la inclusión. Si se considera una mayor gama de variables de empleo, competencias e ingresos para un indicador compuesto de inclusión, se detectan tendencias regionales similares. 

Muchas áreas de política pública contribuyen a la productividad y a la inclusión, de la política laboral a la de innovación y a la de transporte. La evidencia reafirma la importancia de ofrecer respuestas personalizadas a nivel local en las distintas áreas de política. 

En este informe se destaca que la inclusión en el mercado laboral de comunidades vulnerables y grupos desfavorecidos puede fortalecerse al  proporcionar formación y desarrollo de competencias previos al empleo, involucrar al grupo objetivo en el diseño y la ejecución de programas e incorporar estas iniciativas en el desarrollo encabezado por la comunidad. 

En la publicación se analiza un ejemplo de iniciativas de política pública para comunidades indígenas. La economía social puede ser un pilar complementario para estas políticas pues a menudo se orienta al empleo de personas desfavorecidas. Apoyar a las empresas sociales mediante mejores regulaciones marco, acceso a financiación general (incluidas garantías) y apoyo empresarial personalizado son algunas de las maneras de impulsar la economía social. Las organizaciones económicas sociales se benefician además del apoyo del sector público por medio de la contratación pública, subsidios al empleo y ciclos de financiación a largo plazo.











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